jueves, 27 de julio de 2017

ENSEÑAR EL OFICIO




En esta visita vamos a conocer su evolución histórica y tecnológica además de la oportunidad de fabricar varias  lucernas romanas en el taller que después haremos y que podrán llevarse los participantes.
Entre la producción cerámica del mundo antiguo se encuentran unas piezas que destacan por su función y belleza, nos referimos a las lucernas.
Hasta obtener su forma definitiva, las lucernas sufrieron una larga evolución que podemos remontar a la prehistoria, donde se fabricaban en hueso o piedra, obteniendo ejemplares tan bellos como la conocida lámpara decorada de La Mouthel, y usando como combustible la grasa animal.
Con la aparición de la agricultura y la cerámica en la cuenca mediterránea, las lámparas sufrirán una transformación total. Será ahora el barro la materia prima para su construcción y el aceite de los olivos mediterráneos el combustible ideal para su funcionamiento.
Las más antiguas, fabricadas a mano o a torno, son recipientes llanos, abiertos en forma de escudilla2. Con el tiempo se les añadirá una especie de pico pellizcando la pasta con los dedos3; y en ocasiones estos picos son más de uno.
Siguiendo su evolución, más adelante, las lámparas presentarán un cuerpo circular, pico, asa y el inicio de una orla realizada de manera sencilla, introduciendo hacia el interior del cuerpo los bordes de la pieza4. Sobre este modelo surgirá primero la lucerna helenística, cuyas características son: su alto pie, pasta ligera y fina, así como un gran reservorio prácticamente cerrado; y posteriormente, la romana, con unas claras diferencias.
 Será a partir del siglo II a.d.C., cuando con el empleo generalizado de moldes5, se podrán fabricar en cantidades que favorecerán su exportación a todo el mundo conocido.

Continuamos con las visitas en octubre.